sábado, septiembre 13, 2003

Carta de renuncia al Consejo Universitario del Profesor Manuel Mariña Muller
Ciudadano
Prof. Giuseppe Giannetto

Rector Presidente y demás Miembros del Consejo Universitario

Universidad Central de Venezuela

Presente.





Tengo a bien dirigirme a ustedes, en la oportunidad de presentar por escrito y a partir de la presente fecha, mi renuncia formal al cargo de Vicerrector Administrativo de la Universidad Central de Venezuela, cargo del cual tomé posesión en fecha 16 de Junio de 2000, según consta en Acta de la misma fecha de Proclamación de las Autoridades electas por el Claustro Universitario en las elecciones realizadas los días 31 de Marzo y 7 de Abril del mismo año.

Casi tres años al frente del Vicerrectorado han significado un extraordinario aprendizaje. Si al comienzo deseaba ver una universidad transformada, ahora estoy convencido de que, más que transformarla, es necesario reinventarla. La búsqueda de un nuevo paradigma para la difusión del saber desde la universidad debe aprovechar la apertura de las puertas que hoy la nueva Constitución de la República Bolivariana nos brinda para la creación de una nueva institucionalidad.

Creo que el futuro de la nación, en ésta hora de cambios y dificultades, dependerá de la capacidad de difusión de un saber que, desde el ámbito universitario, sea capaz de impulsar y consolidar el desarrollo de una verdadera revolución que sacuda las bases estructurales del País.

Sin embargo, el curso que han tomado los últimos acontecimientos nacionales en el seno de las discusiones que se vienen dando a lo interno de nuestra universidad y en especial de su máximo ente de dirección como lo es el Consejo Universitario, ha generado un posicionamiento institucional que, en mi opinión, marcha en dirección contraria al objetivo señalado. Las sesiones ordinarias y extraordinarias del Consejo a menudo se agotan en constantes pronunciamientos e interminables debates que me han obligado a la disidencia permanente y a salvar mi voto en cada comunicado. Mi opinión, casi solitaria, no logra cambiar el curso de la desbocada tendencia a un enfrentamiento institucional que, basado en la falacia de la violación de la autonomía o en el mullido argumento de la intervención, pretende dibujar los acontecimientos que se avecinan.

En el Consejo Universitario, la importante discusión sobre la necesaria transformación que hoy requiere el Alma Mater ha cedido el paso a una acción colegiada que se asemeja más a un partido político de oposición que a la elevada conducta de uno de los más altos Cuerpos universitarios del País. La avalancha de acusaciones, reclamos y comunicados, cada vez más violentos, que se dirigen al Gobierno Nacional, se ha entronizado en el foro de la dirección de la institución. La ira y el sectarismo desatado parece que ya no acepta la disidencia en el seno de ese importante Foro. Aquello de que la Universidad no profesa ni acepta credo social, político o religioso determinado, sino que los estudia todos para ofrecerlos a la libre interpretación del individuo, es un precepto no apreciable en el devenir de esas agotadoras sesiones del Consejo Universitario.

Tampoco la discusión profunda se hace presente. Un Artículo de innegable repercusión en la concepción de la universidad del futuro, como lo es el 103 de la Constitución, jamás tendrá espacio en la vocinglería política en la cual ha se ha transformado nuestro Consejo Universitario.

El reto que subyace en lo establecido en ese Artículo 103 de la Constitución, por ejemplo, supera toda nuestra actual capacidad de respuesta en el intento de cumplir con excelencia a lo allí exigido cuando se señala: “Toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocaciones y aspiraciones”

Hacer que este Artículo responda, cabalmente, a los deseos y aspiraciones de millones de venezolanos, es dar el gran paso para alcanzar la transformación del País. Sin embargo, después de más de 200 años de difusión elitesca y restringida del saber, hoy, en la UCV, no tenemos ni la voluntad política ni la capacidad instalada para responder a este gran reto.

Nunca en nuestra agenda de discusión nos hemos planteado si es necesario reinventarnos para hacer de éste Artículo una verdadera esperanza o si en nuestras manos se perdería la gran oportunidad histórica de la verdadera transformación de la República.

Ni siquiera discutimos si lograr éste objetivo es factible, ya que, después de tantos años de existencia de la UCV, nuestro sistema de educación superior continua basado en un paradigma que en la práctica convierte la generación y difusión del saber y a los profesionales que salen de nuestras aulas en bienes transables en el mercado o en franquicias necesarias para el posicionamiento financiero del egresado en una sociedad donde tener más es más importante que saber más.

Aún cuando la Constitución establece una nueva exigencia en término de los derechos educativos del venezolano, nosotros continuamos operando con una connotación del saber como un producto y no como un medio para potenciar el desarrollo o para el logro de una igualdad y fraternidad humana capaz enriquecer el espíritu y la calidad de la vida.

Tampoco nos ha interesado analizar el impacto que, para el sistema de educación superior, significan los elevados costos de la difusión del saber y, en consecuencia, calidad de finito que ello implica para la prestación del servicio educativo. Todos sabemos que al ser la oferta de un servicio menor a su demanda, surgen las limitaciones a quienes desean accederlo.

La UCV, como el resto de la universidades públicas del País al sufrir las consecuencias de costos crecientes cada vez más difíciles de soportar por el presupuesto educacional público se ve forzada a limitar su oferta (cupos) por la vía de pruebas de actitud académica y promedios de calificaciones cada vez más elevados. Esta circunstancia ha significado el marginamiento y la exclusión de aquellos sectores de la población, conformada mayoritariamente por jóvenes de escasos recursos a quienes, precisamente, el sistema de selección los convierte en víctimas permanentes de esos cupos y promedios.

Esta paradoja que, como sabemos, no puede ser resuelta bajo el esquema actual, ni siquiera eliminando las limitaciones existentes, es una muestra del tipo de discusión que no se está dando en el seno del Consejo Universitario y, desde luego las tímidas discusiones sobre transformación difícilmente concluirán en que un nuevo sistema deberá ser montado con urgencia si realmente queremos una universidad que sea capaz de enfrentar el rumbo creciente de la inequidad educacional y de su impacto sobre la marginalidad social del País.

Como miembro del Consejo Universitario he mantenido y defendido los principios que he considerado más convenientes para la universidad y para el País. La defensa de esos principios en el seno de ese Cuerpo me ha llevado muchas veces a actuar a contracorriente.

Siempre he creído en la necesidad imperiosa de la búsqueda de una nueva universidad. Una universidad capaz de colocar la docencia, la investigación y la extensión al servicio de la promoción del bienestar social, con un saber disponible en forma continua y de por vida, para cualquier nivel de la educación, sin costos ni alcabalas, en condiciones de responder a las necesidades curriculares de cada quien e impulsora de una ética universitaria potenciada con nuevas modalidades de difusión del saber.

La lucha por esta nueva universidad la considero ahora, y más que nunca, imprescindible, pero el sofocante y obcecado ambiente de oposición política que hoy impera en el máximo ente de conducción de nuestra universidad hace imposible que prosperen las nuevas ideas, de manera que la concepción del saber como un recurso de primera necesidad que, como el agua o el oxígeno debe estar disponible para quien sea, donde sea y como sea y sin ninguna limitación distinta al deseo de accederlo, constituye una concepción que difícilmente podrá figurar, como el objetivo fundamental para el desarrollo de una nueva universidad, en las propuestas de un Consejo Universitario que se ha convertido en un ente extraño e indiferente a las verdaderas necesidades de la realidad social del País.

Mi identificación con el proceso de transformaciones nacionales en progreso, ha devenido en constantes confrontaciones durante mi gestión como Vicerrector Administrativo. Cuando en Marzo del 2001 me identifiqué con las exigencias de los estudiantes que usaron la rebelión y la toma como forma de lucha para promover la transformación universitaria, asumí mi responsabilidad ante la avalancha de los votos de censura y pronunciamientos de reclamo incoados en mi contra por varias Facultades. A casi dos años de ésos hechos y ante mi solicitud de amnistía para los bachilleres expulsados por participar en dichas acciones, solo he recibido críticas de quienes solicitando amnistía para militares golpistas y también tomistas de la plaza de Altamira, aún continúan persiguiendo y negándose a discutir el perdón para los estudiantes.

También, había aceptado el bloqueo al esfuerzo realizado durante mi primer año de gestión, en la búsqueda y conformación de un proyecto para el desarrollo de una plataforma tecnológica orientada a la modernización de los sistemas administrativos y docentes de la institución. La incomprensible falta de apoyo para un proyecto de esa naturaleza que, incluso, contaba con el respaldo gubernamental y el financiamiento del Gobierno Chino, finalmente dió al traste con los esfuerzos y los objetivos que, para el logro de la eficacia administrativa me había trazado en ese primer año de gestión.

Igualmente acepté la incomodidad y los riesgos político-administrativos provenientes de la decisión del Rector que, haciendo uso de sus atribuciones legales, procedió en forma autoritaria, a nombrar mis directores y delegar en ellos prerrogativas y atribuciones que corresponden al Vicerrector Administrativo. Con esta acción se inició la configuración de un plan de intervención del Vicerrectorado Administrativo.

Todas las dificultades señaladas las asimilé con estoicismo y bajo la sola intención de perseverar en una infructuosa defensa en el seno del Consejo Universitario, de los proyectos y los principios en los cuales creo, pero lo que no puedo aceptar es convertirme ahora en el foco de ataques e improperios de los que en ese Foro de dirección no han hecho otra cosa que intentar perpetuarse como grupo hegemónico que solo consolida intereses de feudos y que, además, esgrimen la autonomía como si se tratara de un derecho a la inviolabilidad del estatus que usufructúan.

Es ahora, precisamente, convencido como estoy de que nuestra Alma Mater arrecia su enfrentamiento a la dinámica de los cambios en progreso y se orienta en sentido opuesto a los intereses de su pueblo, cuando no puedo continuar cohonestando con mi presencia, el desempeño de una gestión con la cual no es posible avanzar para responder a las urgentes exigencias del ideario social y político que hoy demanda la Nación.







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Prof. Manuel Mariña Mûller

marinam@camelot.rect.ucv.ve



REFLEXIONES SOBRE REFUNDACION UNIVERSITARIA EN LA EDUCACIÓN DE LA QUINTA REPUBLICA


CAMPO NORTE Y CAMPO SUR O LA UNIVERSIDAD AL

SERVICIO DE LA SEGREGACION SOCIAL

REFLEXIONES SOBRE REFUNDACION UNIVERSITARIA EN LA EDUCACIÓN DE LA QUINTA REPUBLICA


Por Manuel Mariña

ExVicerrector Adm. de la UCV

marinam@camelot.rect.ucv.ve



Si partimos de las premisas establecidas en la Constitución Bolivariana, respecto a los derechos de los venezolanos, concluimos en que todos tenemos derecho a la calidad de vida y al logro de las oportunidades necesarias para el desarrollo del potencial humano de cada quien.



Bajo la reflexión que identificamos como “Campo Norte y Campo Sur o la universidad al servicio de la segregación social” nos proponemos señalar el papel que actualmente ejerce el sistema universitario, sobre lo que podemos definir como la “diferenciación social basada en el conocimiento”. Para ello, utilizaremos el ejemplo de un antiguo campo petrolero donde, en forma patética, se aprecia la existencia de una segregación social que hoy, como ayer, sigue estando presente en toda la geografía nacional.



San Tomé, antiguo enclave petrolero de la Mobil Oil en Anzoátegui, constituye un ejemplo típico de la forma como el saber, dependiendo del nivel alcanzado por quienes lo acceden y de la forma como viene siendo administrado por las universidades, se ha convertido en un recurso marcador de las desigualdades sociales que, aún cuando no configuran las clásicas contradicciones de clase, en la práctica establece una equivocada y absurda diferencia que hoy resulta inaceptable en nuestra V República..



El ejemplo que hemos escogido para enfatizar la necesidad de la refundación universitaria, se basa en el análisis de lo que, en la práctica, constituye una concepción clasista que, después de 27 años de la nacionalización de la industria petrolera, aún se encuentra claramente establecida en nuestros distritos petroleros.



El viejo campo petrolero de San Tomé, posee una distribución urbanística que divide, física y socialmente, a todos los que trabajan en ese distrito. Una carretera muy bien asfaltada separa a los residentes de la urbe en dos sectores, los que habitan el llamado campo norte, también conocidos como los de “la nómina mayor” y los que habitan en el campo sur que pertenecen a “la nómina menor”.



En ambos campos conviven seres humanos, esa especie de mamíferos superiores que en algún momento comenzaron a ser identificados, (por otros seres humanos), como “homo sapiens”, ellos son los trabajadores de la industria petrolera y sus familias. En cada campo hay una escuela, un liceo, un dispensario, una iglesia, un restaurante y hasta un club con piscina. La diferencia entre los campos de hoy y los de hace 27 años, es que, además del cambio de propiedad de la industria, los letreros colgados en los jardines de cada casa y que aún sirven para identificar a su residente, han cambiado de nombre. Hoy en día, en las casas donde antes el letrero decía ”P. Jhonson” , ahora, probablemente, dice “J. Gonzalez” .Lo extraño es que, a pesar del cambio de dueño de la empresa, el comportamiento segregacionista de los venezolanos que hoy habitan el campo norte con respecto a los residentes de campo sur, sigue siendo el mismo: socialmente no se relacionan.



Esta forma de diferenciar a homo sapiens que nacieron iguales pero que la educación y la vida los diferenció, no existe solo en los campos petroleros, donde una carretera bien asfaltada los divide, también se observa en los edificios administrativos de la industria, en ellos existen comedores, baños y salones de estar para los de la nómina mayor en donde, por supuesto, no comen ni orinan ni toman café los de la nómina menor.



Además de un sueldo menor, los habitantes del campo sur aún cuando son venezolanos con la misma religión y el mismo color de piel que los habitantes del campo norte, sin embargo, hablan distinto, se visten distinto, se comportan distinto y hasta piensan distinto.



¿ Será ésta la razón por la cual son segregados por los del campo norte?



¿Qué los hizo diferentes?



Carlos Marx describía a la sociedad del sistema capitalista, bajo un antagonismo de clases donde los poseedores del capital y de los medios de producción, en su afán por acumular riqueza, se apropiaban de la plusvalía producida por la clase obrera y campesina. Como alternativa, para acabar con lo que llamó la explotación del hombre por el hombre, Marx señaló la necesidad de que la clase obrera se organizara para lograr la colectivización de los medios de producción y con ello derrotar a la clase burguesa explotadora.



¿Será entonces que los de la nómina mayor aun se creen los albaceas de los

antiguos dueños de la industria y como representantes de éstos configuran

una burguesía explotadora que teme ser atacada por los obreros a quienes

explota y por eso los excluye de su entorno?



Por supuesto que no, ya que, después de la nacionalización de la industria, tanto unos como otros devengan su sustento como servidores de una empresa que, además de pertenecer al Estado Venezolano, es regentada en nombre del pueblo y, obviamente, el pueblo no puede explotar al pueblo. Entonces,



¿cuál es la causa de la división de éstos trabajadores?.



¿és realmente una división clasista?



¿qué ha hecho que los del campo sur continúen organizados en sindicatos

para defender sus intereses?



¿para defender sus intereses frente a quién?



Cuando la industria era propiedad de las grandes transnacionales petroleras, los trabajadores del campo norte constituían una gerencia que actuaba en forma directa o en representación de los propietarios, por lo cual quedaba claro, que esa actuación se desempeñaba en el ámbito de la optimización de recursos en función del incremento de beneficios y desde luego, para éllos, los trabajadores del campo sur representaban costos que había que mantener bajos. Esto explica la separación física del sector laboral operativo y la conformación que éstos hicieran de asociaciones sindicales para defender sus intereses. Pero,



¿cómo se explica que después de la nacionalización, esta especie de “apartheid” laboral

continúe?



--Creemos que por las diferencias en la acumulación y certificación de

conocimientos



Al no existir lo que Marx llamó “explotados y explotadores”, la diferencia entre los habitantes de ambos campos se reduce entonces a la mayor o menor tenencia de conocimientos pertinentes (con las diferencias de nivel de vida que, obviamente y en términos de ingreso y cultura, éllo acarrea).



Lo señalado nos permite concluir en que, bajo un sistema económico donde los principales medios de producción sean propiedad del Estado, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) es un ejemplo, dependiendo del grado en el cual accedamos al conocimiento, dependerá el nivel del apartheid educacional, laboral y social al cual nos veamos sometidos. Bajo este esquema, a menor tenencia de saber mayor segregación social.



La obvia inferencia a la que se hace necesario arribar, a partir de esta conclusión, es que la educación, bajo el ejemplo y los parámetros que hemos señalado, y en el contexto global de las diferencias socio-económicas de la población venezolana, debe constituir, para la V República, uno de los factores esenciales para el logro de la equidad social. La educación debe concebirse entonces, como un sistema promotor de la nivelación social, especialmente, en el ámbito del sector público y de las empresas del Estado.



Esta inferencia no es nada nueva ya que desde siempre, en nuestro sistema de educación, y en el del mundo entero, acceder a la universidad ha significado una forma de posicionamiento social que generalmente también va acompañada de una mejor remuneración económica. El problema, en nuestro caso, no es el acceder a una mejor remuneración económica sino lo elitesco que, socialmente, resulta el alcanzarla a través de la educación superior.



De lo que se trata entonces, es de desarrollar un sistema de educación superior que permita colectivizar las oportunidades . Un sistema que haga que el obrero que opera la cabria del campo petrolero, el campesino que trabaja la tierra o el pescador que navega en peñero, (actividades tan importantes y dignas como las realizadas por egresados universitarios) puedan también hacerse dueños de la riqueza implícita en el saber, lograr posicionamiento social y económico y, aun así, seguir siendo operador de cabria, cultivador de tomates o pescador de corocoros. De manera que lo que debemos preguntarnos en el contexto de la refundación de la universidad es:



Si la educación superior constituye un factor fundamental para el desarrollo

del individuo en todos sus ámbitos, ¿porqué no todos tienen acceso a élla ?



La respuesta es simple: --Porque una parte está privatizada y solo las élites ( [1] )que poseen

Recursos pueden accederla y la otra parte, (la gratuita), como no

alcanza para todos, solo las élites seleccionadas logran accederla.



Esta respuesta también es conocida pero nos sirve para, finalmente, ubicarnos en el contexto del mensaje que queremos dar con esta reflexión.



No todos pueden acceder a la educación superior gratuita porque élla, desde siempre, ha sido un recurso que posee calidad de finito (no alcanza para todos) y como tal, está sometida a la ley de la oferta y la demanda. Mientras más crezca la demanda, el oferente (en este caso el Estado) se ve obligado a seleccionar a los demandantes, mediante filtros, condiciones y exigencias que no todos pueden cumplir y esto es, precisamente lo que, en la actualidad, le continúa confiriendo a la educación superior pública, el carácter elitesco que estamos señalando. Es la concepción excluyente de que, solo seres especiales deben tener acceso a la educación superior, la que debe ser superada a partir de la refundación del sitema universitario.



Para alcanzar este objetivo, la contradicción entre las exigencias propuestas por el Articulo 103 de la Constitución Bolivariana y la capacidad de respuesta del actual sistema de educación superior debe ser resuelta y ello es, precisamente, lo que hace imprescindible que se produzca un cambio en la concepción de la difusión del saber que hoy prevalece en nuestras universidades.



El Artículo 103 establece: “Toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocaciones y aspiraciones.”



Este solo Artículo, demuestra la inmensa exigencia que, en materia de difusión del saber, establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Sin embargo, dada la limitación de los recursos existentes, parece imposible hacer realidad lo establecido en éste Artículo en un País cuya demanda de saber a todos sus niveles, ha superado la capacidad de respuesta de su sistema educativo.



Bajo éstas condiciones, consideramos que la única vía para darle viabilidad, en el corto plazo, a las grandes demandas educacionales heredadas de 40 años de la inadecuada gerencia del sector, es apelando a los recursos organizacionales y tecnológicos que, afortunadamente, hoy están disponibles.





Las preguntas que surgen son: ¿cómo la tecnología puede resolver la contradicción

señalada? . ¿Cómo hacer para que la Educación llegue a todos ? . ¿Cómo lograr que el fenómeno campo norte y campo sur pueda ser erradicado no solo de la industria petrolera sino de todos los sectores de la realidad nacional donde también esta presente?



Es cierto que son muchas las amenazas e interrogantes que se ciernen sobre el uso de las nuevas tecnologías de información vistas como un medio para lograr la masificación de la educación. Hablar del empleo de éstas tecnologías en un País en donde un 60% de la población se encuentra en estado de pobreza crítica o incluso, en un mundo que con 6.000 millones de habitantes solo hay 300 millones de computadoras y en donde más del 30% de esa población mundial ni siquiera tiene radio y televisión, obviamente resulta un exabrupto.



Sabemos que las dos revoluciones tecnológicas ( la del motor a vapor y la del motor a combustión interna) que precedieron a la que estamos presenciando, no fueron neutrales, éllas sirvieron para acrecentar el poder de esa oligarquía mundial que siempre ha convertido los logros tecnológicos en sus grandes fuentes de riquezas, de manera que no existen razones para considerar que la actual revolución de la informática no este siendo conducida hacia el mismo objetivo.



Si de algo estamos conscientes (nuestro primer trabajo de ascenso académico en 1973 fue, precisamente sobre el impacto de la dependencia tecnológica en los sistemas de computación) [2] es de que esta nueva Revolución Tecnológica puede significar el mecanismo de dependencia más sutil jamás utilizado por quienes controlan el poder en el planeta.



De igual forma, también estamos convencidos de que la propuesta de poner a disposición de cualquier venezolano semiiletrado, una computadora y el acceso gratuito a toda la información del país y del mundo, no puede constituir, en modo alguno, una propuesta objetiva para el crecimiento y desarrollo cognoscitivo de esos venezolanos.



De manera que no se trata de impulsar una propuesta de repartición irracional de las tecnologías informáticas, como si éllas, por si solas, fuesen capaces de resolver el problema del acceso al saber de ese pueblo excluido.



Partimos del criterio de que éstas tecnologías , aún cuando reconozcamos su alto desarrollo y alcance, éllas son, finalmente, solo instrumentos y como todo instrumento, su uso siempre quedará supeditado a las capacidades de quien lo utilice. Y son estas capacidades, precisamente, las que deben ser desarrolladas bajo un esquema de interacción persona a persona y como producto de una relación solidaria entre el universitario y el sujeto a incorporar al saber,



De la misma forma, esa connotación de instrumento la identifica como un producto y como todo producto, obviamente puede ser negociable y mercadeable bajo las condiciones que, soberanamente, nos hagan, tecnológicamente, menos dependientes. De manera que dependerá de la forma como la utilicemos y a quien se la compremos para que su uso se convierta en un instrumento para el desarrollo o en el gran caballo de troya para la educación del nuevo milenio. De lo que se trata por este camino, es de agudizar nuestras posibilidades de avanzar junto a las tecnologías de la información teniendo muy claro los riesgos que implica el no lograr controlarla.



Sin embargo, con todo y los riesgos señalados, el uso de las tecnologías de informática para la difusión masiva del saber creemos que, en nuestro caso, (revolución bolivariana) presenta características muy favorables para su manejo exitoso dentro de la propuesta de educación para todos que venimos formulando.



Este manejo exitoso lo identificamos en el marco de la solidaridad que debe estar implícita en la respuesta de las universidades venezolanas al objetivo de la difusión masiva del saber.



La respuesta universitaria no debe ser otra que la de abrirse a una acción de calle, en correspondencia con las oportunidades y perturbaciones presentes en el contexto donde les corresponda actuar. Esto significa que, cuando el ambiente sea un barrio o una comunidad lejana, el efecto solidaridad debe tomar cuerpo, haciendo posible que el proceso de incorporación al saber de aquellos venezolanos excluidos, valla acompañado de la necesaria guiatura y orientación del docente universitario.



Esta guiatura, tendría que pasar por la enseñanza del uso de aquellos medios telemáticos que permitan, no solo el acceso al saber necesario para la solución de los problemas que fuesen detectados en la comunidad, sino además, el aprovechamiento efectivo, bajo cualquiera de las modalidades de organización colectiva que puedan adoptarse, (cooperativas, asociaciones etc.) de las oportunidades identificadas como nichos de desarrollo para la comunidad o para los grupos que en élla hacen vidad social y universitaria.



Para toda esta acción que definimos como la universidad en la calle vinculando la docencia, investigación al desarrollo solidario de la gente y a la solución de los problemas de los sectores sociales más necesitados, resulta imprescindible el apoyo tecnológico proporcionado por el acceso al saber a distancia.



Pero la mejor manera de responder, a las interrogantes que hemos formulado, respecto a la forma en la cual la tecnología de la informática puede ayudar en la masificación del saber, es mediante un ejemplo muy gráfico de la aplicación de la educación a distancia. Este ejemplo, tuvimos la oportunidad de apreciarlo durante una visita que hicimos a la capital de la República Popular de China.



Como Vicerrector de la Universidad Central de Venezuela, coordinaba, para ése momento, un proyecto acordado con el gobierno de China. Se trataba de la creación de una plataforma tecnológica para el desarrollo de la educación a distancia en la UCV. Una de las instituciones visitadas en China fue la Universidad de las Telecomunicaciones ubicada en Beijing.



Luego de reunirnos con las autoridades de dicha universidad nos invitaron a recorrer sus instalaciones y en una de ellas, un aula donde habían unos 20 alumnos recibiendo clases de inglés, me pidieron que entrara a saludarlos y a darles un mensaje a nombre de la UCV y, por supuesto, del pueblo de Venezuela.



Concluido el mensaje me despedí de la profesora a cargo del curso no sin antes pedirle disculpas por la interrupción que habíamos causado a su clase. La sorpresa estuvo en su respuesta cuando me dijo:



--Mas bien yo debo darle las gracias por sus palabras las cuales no fueron una interrupción sino más bien un ejercicio práctico para los 56 millones de estudiantes de inglés que, en ese momento, lo estaban viendo y oyendo a lo largo de toda la región sur del país.



La conclusión, resulta espeluznante: en lugar de 2.800.000 profesores (20 alumnos por profesor) estaban utilizando un solo profesor y una plataforma de comunicaciones via intranet a escala nacional para llegarle, en forma interactiva, a 56 millones de estudiantes. (por supuesto que ellos veían las explicaciones del profesor pero cuando interactuaban quien respondía era el servidor de la red)



Este relato representa una prueba fehaciente de lo que podemos denominar la “desmolecularización de la difusión del saber” ( [3] ). Esta forma de llegarle a más estudiantes con menos profesores es lo que constituye, en nuestra opinión, el recurso postmoderno que, desarrollándolo con excelencia (a fín de evitar sus efectos nocivos), nos permitiría dar el gran salto hacia la creación de un sistema de educación superior para todos (no elitesco) y dentro del concepto revolucionario que definimos como ”colectivización del saber”.( [4] )



Creemos que el éxito de la educación superior, en el marco de los cambios en progreso, dependerá, en gran medida, no solo de la forma como pueda asirse a un nuevo paradigma de organización universitaria, sino además, de la capacidad de creación y difusión de un saber que, respondiendo a lo establecido en el ámbito de la Constitución Bolivariana, sea capaz de impulsar una revolución académica que sacuda las bases sociales del País.



Como se sabe, toda revolución ocurre cuando hay un cambio de paradigmas. De aquí que los propósitos de una refundación universitaria, no pueden estar aislados de los objetivos de la Revolución Bolivariana.

Por todo lo dicho, la universidad a refundar debería incluir en sus objetivos la búsqueda de un reajuste social que podría comenzar por lo que llamaríamos: “ la nivelación de los trabajadores del sector público a partir de sus logros en la tenencia de saber”. Este reajuste, podría convertir los oficios en carreras universitarias y al saber en un medio capaz de dignificar la ocupación habitual del obrero y de cambiar su nivel socio-económico .



El desarrollo adecuado de la transición histórica que vive Venezuela, reclama de los universitarios el máximo apoyo y compromiso en el estudio, análisis y diseño de la nueva universidad. En nuestra opinión, creemos que el objetivo debe ser ambicioso, la refundación universitaria debe:



Establecer las bases para la creación de una institución universitaria capaz de responder exitosamente a las exigencias de un nuevo ordenamiento social donde el saber, como el agua o el oxígeno, este disponible y al alcance de quien sea, donde sea y como sea y sin ninguna otra exigencia que no sea la intención de accederlo de quien lo necesite.







La tinta del saber debe impregnar el tejido social del País

de la misma forma como el agua de la lluvia enchumba la

ropa del caminante.





Manuel Mariña.

Marinam@camelot.rect.ucv.ve

marinam@camelot.rect.ucv.ve





Manuel Mariña Müller Ph.D. en Cibernética

Prof. Titular Universidad Central de Venezuela























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[1] Elite: minoría selecta (DRAE)

[2] Mariña Müller, Manuel A. “La Dependencia Tecnológica en el Area de los Sistemas Electrónicos

de Procesamiento de Datos” Trabajo de Ascenso en el escalafón docente. Universidad Central de

Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Caracas. 1973.

[3] Desmolecularización de la difusión del saber: Término utilizado para identificar la educación difundida a distancia y en forma electrónica. El vocablo se utiliza en contraposición a la idea del carácter molecular de la educación impartida en el salón de clases con todos los recursos físicos que, tradicionalmente, son utilizados para su difusión.

[4] Colectivización del saber: Término utilizado para identificar el proceso de poner el saber al alcance de todos y sin ninguna otra exigencia que no sea el deseo de accederlo. El saber para quien sea, donde sea y como sea.